Me escribes, y me cuentas que tus cartas se han quedado suspendidas en el aire,
como si el viento hubiera robado las palabras que no te atreviste a decir.
Me escribes, y me dices que el alba se ha detenido,
que los besos están en huelga, y que el tiempo se ha vuelto tu enemigo.
Me escribes, contándome que cuentas las horas con dedos temblorosos,
y que en tu cuenta, cada minuto es un año de ausencia.
Me escribes, y en todas las fotos que me envías,
yo aparezco movida, como si mi imagen fuera un reflejo de tu nostalgia.
Me escribes contándome que has abierto las jaulas de tu zoológico,
que los pájaros ahora duermen en un nido de espejismos.
Me escribes, y me dices que el calor es una ola de polvo
cayendo en tus páginas blancas,
que borra las palabras y deja solo un vacío,
un silencio ruidoso en tu interior.
Me escribes, y me cuentas que ayer oíste mi voz,
pero era solo el rumor de la soledad que te aloca,
un susurro que te persigue y te atormenta.
Me escribes con la urgencia de un náufrago que se aferra a una tabla,
diciéndome que en el puerto, la palabra amor es una ola gigante,
un fantasma altivo que se alza sobre las aguas,
recordándote un amor pasado que no puedes olvidar.
Me escribes, y me dices que no tienes palabras,
que la sal ha secado tu diccionario,
y que solo te quedan lágrimas para escribir,
lágrimas que caen sobre el papel como gotas de lluvia sobre el mar.
Me escribes, contándome la leyenda de la memoria, y del rio aquel cuyas aguas eran chorros azules que nunca más volvieron a amar.
Termino tu carta, me llamas y me dices que nada de lo dicho era cierto, y que soy solo una parte de tu olvido.
PSABAG