Roberto D. Yoro

LA PORDIOSERA

LA PORDIOSERA

 

Con manos vacías y el alma cansada,

Honduras camina, mirada agachada.

Pide al del norte, al vecino, al lejano,

como si el mundo le debiera la mano.

 

Sus tierras tan ricas, sus cielos tan bellos,

pero vende el suelo por falsos destellos.

Promesas le llueven con voz extranjera,

y olvida que tuvo bandera guerrera.

 

Vestida de gloria que el tiempo borró,

con cada limosna su orgullo empeñó.

Le llaman “aliada”, “hermana menor”,

y en cada “apoyo” le arrugan su honor.

 

Pero aún hay fuego debajo del lodo,

aún queda fuerza, aún queda todo.

El pueblo resiste, el pueblo no olvida,

que es dueño del suelo, del mar y la vida.

 

En cada aldeano, en cada mujer,

late una patria que quiere renacer.

No somos mendigos de ayuda importada,

somos Honduras: raíz y jornada.

 

Y un día cualquiera, sin previo anuncio,

se alzará firme con nuevo pronuncio:

“Ya basta de ruegos, de estar de rodillas,

nacimos de pueblos, no de maravillas.”

 

Honduras despierta, sacude la espera,

y deja de ser la Pordiosera.

Roberto D. Yoro