porque ellos se consolaban pensando que el karma existia,
y que les iba tan mal en el amor porque sufrían los karmas de otras vidas.
tal vez como una forma de calmar ese dolor,
ese dolor que los hacía caer en creencias estúpidas,
pero esperanzadoras.
se torturaban la mente pensando:
¿por qué a mí?
¿por qué no se me da el amor?
esa carencia que se necesita tanto para sentirse útil en algún momento de la vida.
¿por qué no nací asexual?
para no sentir atracción por otros humanos.
escribían noches y días,
poemas que soñaban leer en voz alta.
componían canciones con finales abiertos,
con ganas de cantarlas en algún parque,
a la noche, a los gritos,
mientras alguien les cebaba mates.
flasheaban con conectar en una misma sintonía.
se dormía y soñaba que alguien lo amaba
con todo lo que odiaba de sí mismo,
con todo lo que le gustaría ser,
y con todo lo que ama.
una catástrofe podía ocurrir si alguien se le acercaba:
colapsaba.
las mil y unas formas patéticas de querer
invadían por completo su ser.
las mil ideas de idealización
iban a ser la base de su propia destrucción.
hasta la resignación:
que nunca iba a poder ser.
cantar una canción
y tirarse desde el balcón.
un destino que interpela
a alguien que ni siquiera sabe quién es.
ese alguien que lo estaba esperando para poder S E R.
universos paralelos,
manejando tiempos distintos.
náufragos sin refugio,
a la intemperie
de este mundo
que le tiene miedo a amar.