Juan Sebastian Bache

MI COMADRE ZEN

Cada uno define la felicidad según sus experiencias. 
Para el añejo padre Gaspar Astete, el del Catecismo, habría que buscarla lejos de nuestros tres enemigos: el demonio, el mundo y la carne. (Sobre todo la carne, por el precio de cada porción).
Para el Dr. Google, la felicidad consiste en hallar una señal de wifi sin contraseña.
García Márquez cuenta en «La desgracia de ser feliz»: Aquel sábado negro descubrí la felicidad: un estado del cuerpo y el alma que se vive un instante y se sigue pagando por el resto de la vida.
¡Qué difícil encontrar la llave de esa puerta invisible llamada felicidad!
Los consejeros de comportamiento indican la importancia de poner nuestra mente en modo risa, al menos una vez al día. El humor es una poderosa herramienta para subsistir con menos estrés y aburrimiento, es decir, con la parsimonia, el sosiego y la templanza de mi comadre Zenobia. 

Qué descansada vida 
la de mi comadre, 
que entre chisme y retrete 
después de la oración 
sigue la terapéutica 
de la que el padre Astete 
desterró la carne con sobrada razón. 
Por eso morirá vegetariana
en un pueblo donde nadie cultiva mariguana 
y todo rico tiene algo del Buen Ladrón.