Un dragón duerme bajo mi cama,
ronca bajito, huele a tostada.
Tiene la cola hecha un espiral
y sueña que vuela sobre un cereal.
Le gusta dormir entre medias perdidas,
comerse los sueños y no hacer cosquillas.
No escupe fuego, escupe jabones
y lava mi miedo con sus canciones.
Le hablo despacio, no quiero asustarlo,
me dice que a veces también quiere un abrazo.
No muerde dragones, ni lucha, ni espía,
sólo quiere paz y un poco de poesía.
Mi mamá no sabe que vive ahí abajo,
piensa que el ruido es mi viejo reloj.
Pero es su panza que suena al dormir,
como una orquesta… con hipo feliz.
Un dragón duerme bajo mi cama,
y yo le regalo cada mañana
una flor, una galleta, una almohada…
y él me regala:
el coraje que a veces me falta.