VIENTO DE AUSENCIA
En la quietud del campo, sentado en la sombra,
el abuelo mira el horizonte, donde el cielo se funde con el suelo.
Sus manos arrugadas acarician recuerdos antiguos,
fotos imborrables de un amor que el tiempo no borra.
Extraña su risa en la casa vacía,
el aroma de su desayuno, la caricia en la mañana,
el silencio que pesa más que las palabras,
una presencia que aún vive en cada rincón.
Cada flor en el campo le recuerda su belleza,
cada brisa lleva el eco de su voz dulce y suave.
En sus ojos brilla la nostalgia y el respeto,
por la vida compartida, por su alma que descansa en paz.
Y aunque el dolor a veces lo abraza fuerte,
la esperanza le susurra que la muerte no todo termina,
que en el corazón quedará siempre su amor vivo,
un lazo eterno que ni el tiempo puede romper.
© Corazón Bardo