Lo Único Que Necesito
El mundo entero podría desvanecerse,
las montañas caer, los mares secarse.
No anhelo joyas ni tesoro alguno,
ni el pan en la mesa, ni el claro de luna.
Los libros cerrados, sin letras ni historia,
la oscura noche sin lámpara o gloria.
El silencio invade, la luz se ha perdido...
Mas yo sigo entero, sin hambre o gemido.
¿Por qué pedir sueños, tabaco o abrigo,
si en tu piel encuentro refugio amigo?
Tu amor me ha colmado, sereno y profundo,
dejándome tibio, en paz con el mundo.
No pido fortuna, poder o viajes,
ni voces que canten bajo los follajes.
Solo dos milagros, simples y puros:
el aire que llena mis pulmones oscuros,
y amarte... amarte con todos los seguros
latidos del pecho, futuros y duros.
La calma me envuelve, dulce y ligero,
como pluma al viento, ciervo en pradera.
Me rindo al cansancio, bendita flaqueza,
ángel callada, duerme en mi pereza.
¿Para qué desear lo que ya no anhelo?
Mi cielo es tu aliento, mi único consuelo.
Las estrellas pueden dejar de brillar,
el sol no alumbrar, la lluvia faltar...
Que todo se esfume, se apague, se vaya,
que la tierra gire sin norte ni raya.
Solo necesito, al final del camino,
el aire en mis bronquios, leve y divino...
y amarte. Amarte con todo el destino
que guarda este pecho, eterno y continuo.
Para existir basta una leve brisa
que entre por la boca, fresca y precisa,
y el fuego callado que enciende tu nombre,
iel aire y amarte! Nada más, ¡oh, mujer!
Nada más pido, nada más quiero:
tu amor en mi alma, el aire ligero
Lo demás es sombra, polvo o mentira.
¡Tu amor y el aliento! ¡Eso es lo que inspira
esta vida mía, simple y entera,
hecha solo de viento y de amor verdadero!
—Luis Barreda/LAB