Muros grises, fría soledad;
cadenas que atan el alma en pena;
pero su esperanza firme no se deja vencer,
sueña con el alba, un nuevo amanecer.
El sol entra por la ventana,
un rayo de esperanza, ilumina su ser;
la noche se ha desvanecido,
ante el farol deslumbrante.
¡Se abren las rejas,
el chirriar le da la despedida,
y al salir de prisión,
el sol, le da la bienvenida!
Y en un rostro renovado
siente la libertad y la vida.
Atrás, deja un pasado,
como un eco silenciado.
Y así, con paso firme, sereno,
sabiendo lo que le espera,
se adentra en la sociedad,
que es frágil como una esfera.
Autor: Bernardo Arzate Benítez