Si constipado a la oficina acudo,
al primer estornudo
me llenan de denuestos y de oprobios
por estar esparciendo los microbios.
Y si en casa me estoy bien abrigado,
el jefe enojado me reclama
por faltar al trabajo:
“Por un simple resfriado
¿te quedaste hasta el miércoles en cama?
¡Nooo, carajo!\"