El Corbán

CÓMPLICES DEL ARREBATO

Sólo tú y yo, confabulación ardiente,

sin dios que nos nombre, sin ley que nos guíe,

abrazos que laten como un continente,

bajo piel que grita, gime y desafíe.

El mundo se calla si estás en mi pecho,

la noche se curva, la estrella se inclina,

pues somos un fuego sin hora ni techo,

un pacto sellado en carne y neblina.

 

No hay mundo allá afuera que logre escindirme,

de tu aura que hechiza, de tu alma encendida,

si muero que sea por verte rendirme

bajo tu mandato de amor y de vida.

Somos conjurados por verbo y deseo,

manjar que se ofrece sin freno ni abrigo,

que tiemble la tierra, que griten los cielos,

pues somos tú y yo… y el delirio es testigo.