Me han buscado viejos retratos,
me han de preguntar
¿Qué tanto has viajado?
Sus preguntas me marcan,
me marcan el alma con una flecha,
Una flecha negra,
Rara, sucia, muerta.
Mi árbol ya no ve las secuelas.
Mis brazos, ya se han cansado de escalar tristezas.
Bajo un árbol de hojas calladas,
pongo en reposo a mi alma.
Lloran sus hojas cada otoño,
me siento vacía y un poco lloro.
Y su raíz, que era firme y sabia, me dice
que encuentre el camino,
ese que alguna vez he perdido.
Pero el camino es demasiado largo,
mis piernas débiles no dan abasto
y esta voz se marchito hace algunos largos trazos. -