Tu risa. (Soneto)
Tembló la tarde al ver tu risa pura
Se abrió el jazmín al roce de su canto
y tu semblante, en celestial encanto
vertió su luz en lumbre que perdura.
Pasó el deseo con gentil mesura
Trazó en mi sangre un rito lento y santo;
Mi sed bebía, sin saberlo, el manto
de un fuego oculto en sombra y quemadura.
Tus ojos dicen lo que el sol no alcanza
y el mundo calla si tu voz es buena
mi pecho es eco de su dulce lanza.
Si vas, me entrego a tu silente pena;
Si estás, florezco como flor en danza;
Si mueres, queda en mi... dolor que llena.