Abro el álbum de la juventud.
Estaba fuerte, lindo y en plenitud;
el club, amigos y paseos...
Éramos una sana multitud.
También hay fotos de la familia:
mis padres y hermanos, allí,
siempre acompañando,
apoyando y aconsejando.
Mi pequeña ciudad natal,
serena, cálida y cuidada:
el río manso y la explanada,
el asado, el vino y la empanada.
Sigo dando vuelta las hojas;
recuerdos olvidados reviven...
¡No sé si aquellos vecinos viven!
El tiempo pasa, los días siguen.
Llego, sin querer, a tu rostro…
En el pecho, un golpe invisible.
Volvés a ser real, casi tangible.
¿Para qué? Estoy ahora sensible.
Novios tomados de la mano,
juntos a todos lados,
sea tarde o temprano,
con destino o en vano.
Tranquilos en la playa o en la plaza,
hablábamos de formar una casa.
Qué dulces momentos, ¿no?...
Y después, uno fracasa.
Nos juramos fidelidad:
tierna ingenuidad.
Pensábamos que venceríamos...
y nos venció la frialdad.
La distancia hizo lo suyo,
incluso si mi corazón era tuyo.
Fui a buscar un futuro mejor...
y te perdí, mi amor, lo mejor.
Cambió de color el calendario,
tantas veces como mi honorario.
Tengo un gran título, carrera y nombre,
pero me falta lo esencial como hombre.
No pude volver, y vos, venir.
No es fácil del pueblo partir.
Tu ausencia mucho me dolía,
pero necesitaba estudiar y resistir.
Y llegó aquel día claro y extraño,
después de un largo año.
Vivir separados no es lo mismo,
y más que el pasado cayó al abismo.
Entendimos que así no se podía;
el afecto, de a poco, desaparecía.
Un final quizás sin culpables...
En mí, eterna duda y melancolía.
Fueron meses terribles,
de angustia y noches horribles.
Me preguntaban qué me pasaba,
mientras mi corazón se desangraba.
No nos volvimos a ver.
Y de tu vida, ¿para qué saber?
Escuché que ya tenés dueño,
y con él cumplirás nuestro sueño.
Toc, toc... ¿Se puede, doctor?
Debo cerrarte, querido álbum.
¿Para qué provocarme más dolor?
No quiero seguir recordando,
y a esa especial mujer, añorando...
Uy... se cayó tu foto.