ECOS DE HUANINPAMPA
En Huaninpampa, donde el viento trae susurros,
trabaja el hombre con manos curtidas y pasos firmes,
la hoz en sus manos danza entre las malezas,
cada corte un eco que resuena en su memoria.
Recuerda a sus hijos, que ahora son sombras lejanas,
cada tallo caído murmura sus nombres al viento,
en el susurro de los campos resuena su risa,
y en la tierra fértil germina un amor eterno.
El sol naciente pinta su rostro con luces doradas,
y en sus arrugas se dibuja el mapa de su vida,
mientras el trabajo infatigable se lleva las horas,
su corazón se llena de aquel distante olvido.
Pero el respeto vive entre cada surco arado,
en cada hierba arrancada brota una promesa,
de que algún día, cuando el tiempo lo decida,
entre los campos volverán a encontrarse.
Aunque la distancia dibuje caminos inciertos,
y el tiempo borre con olvido las huellas,
el amor, constante como las estaciones,
perdurará en el alma, eterno como el cielo.
© Corazón Bardo