Mi presencia ya no es grata a ella,
semejante a la lagartija que se esconde al ver al halcón.
Lo que fue, solo queda en suspiros;
De cierto, me pesan los latidos.
La expectación me carcome por dentro,
es, en verdad, como las sanguijuelas que chupan sangre.
Ciertamente ando errante por malos caminos,
buscando un alivio en mi penar.
Pero solo una cosa pude hallar;
un camino que, al final,
solo deja muerte y aflicción.
¡Solo suspiros!
Oh Señor, unge con ungüento mi llaga,
pues así se aliviarían mis penas,
y venda mis heridas,
pues son grandes mis dolores,
y grande mi quebranto.
Me humilla no entender
tus caminos tan gloriosos.
Me avergüenzo del que soy,
al considerar mis sendas.
Le pedí a ella que me mirara…
y fue como hablarle al mármol frío de una estatua,
esperando calor donde ya no hay alma.
Solo el silencio me respondió,
y en su ausenci
a, mi corazón se hizo ceniza.