Engancho mi corazón, mi alma y mi sentido; todos ellos marchan a la deriva, como barcas que buscan un puerto seguro. Ya no quiero dolor, ya no deseo amar: no quiero pensar. Solo anhelo desprenderme de todo lo que exige el amor, liberarme del peso de las emociones que tanto me pesan.
Quiero volar, aunque mis alas estén rotas; aunque el viento sea tenue, basta que sienta el roce de la libertad. No deseo estar atada a otro, ni depender de caricias ajenas para sentirme plena. Aspiro a la satisfacción silenciosa de saber que mi única compañía soy yo misma, imperfecta y fuerte, completa en mi soledad.