Trino de esperanza
Se escucha en los extremos de la tierra,
temblores abismales de la muerte
y todo, por creer quién es más fuerte,
hundido en el espanto de la guerra.
Siquiera se enfrentaran dos humanos,
sino que hasta se imbuyen con el todo:
no existe una esperanza más que el lodo,
creyendo dar por hecho a los gusanos.
El hombre es enemigo de sí mismo,
construye su venganza, cual cimiento;
tan solo imaginar que su armamento
los lleva sin temores al abismo.
¿Qué ocurre humanidad, qué es lo que piensas?
Que el mundo está cayendo en plena ruina.
Los dogmas son influencias sin vocina
que llevan las cabezas a dispensas.
Los cuervos que se asoman en la corte,
los llantos y lamentos, cual albur;
y todo se conduce por el Norte
que entierra sus espinas en el Sur.
El tiempo está en su tiempo, sicalipto,
ya saben los abuelos que la historia
se escribe con la fuerza de victorias;
aquella donde es Juan apocalipto.
Ya basta con saber de los presagios,
prodigios lo dijeron, en seguida.
Lo bueno es valorar lo que la vida
nos brinda sin caer en más naufragios.
¡Oh Dios omnipotente, santo y bueno,
ya vuelve por tus hijos tan perdidos,
que siguen a poderes desvalidos,
los cuales, son ponzoña con veneno!
El mundo está cayendo en la tristeza,
martirio y agonía, sin cesar.
Se matan entre hermanos y al azar
aquellos, quienes diste la realeza.
Señor, ven, con poder extraordinario
que pudo ver Juan, cual hombre digno
y espanta de la tierra lo maligno
con gloria, sobre todo el escenario.
La sed del corazón, tú la has saciado,
dispuesto estoy Señor a ser ejemplo.
Mi cuerpo sea faro o cuyo templo
por donde cruce el ángel del reinado.
Injusto es el poder que los domina,
la tierra está partida de llorar,
Señor, y hasta mi boca por cantar
te pide, de tu fuente cristalina.
Oeste se aproxima con dureza,
Oriente está cayendo por feroz;
y pido por el mundo, a viva voz,
señor, el poder de tu grandeza.
Samuel Dixon