Tomemos un café.
Yo invito.
Cuéntame qué te gustó de mí en primer lugar,
y qué hizo que me dejaras de amar.
Si te sobra tiempo,
también dime qué tenía ella
que, según tú,
yo no te podría dar.
Por favor, no te molestes.
Yo solo quería aclarar
las ideas que en mi cabeza dejaste,
y sin una explicación
te fuiste sin más.
Ella es muy bonita,
pero no parece inteligente.
No se da cuenta
que si me cambiaste por ella,
algún día,
en la quietud de sus aguas,
esa misma idea
te pasará por la mente.