Lo mismo que vuelan las hojas,
quedaron volando mis sueños;
perdidos en esos lamentos
que nublan de amor sus auroras.
Cubierta de gélidas sombras,
quedó mi ilusión en silencio;
guardando en el alma el recuerdo
de nuestra magnífica historia.
Libando tus cálidos besos,
viví la pasión mas gloriosa
de aquellos tus labios inquietos;
que fueron las mágicas copas
que un día me dieran el cielo.
Autor: Aníbal Rodríguez.