Paciente la tiza, entrelaza auroras
al goce eterno de un amor cernido
a flor de piel, en su saliva ungido...
Si vieras, como mi fervor afloras...
Caricias suaves en turnadas horas,
desnudan textos al haber fundido
la luz del ciervo que acabado, herido.
Acopla unión, en su sudor de esporas.
Milena, ¿Dónde encontraré tu aliento?
Me agosta obviar de lo vivido cielo...
Será, ¿Que olvide ya el frondoso ausento?
Quizá, o por prisas, agonize en suelo
airoso, al ras del oxidado cuento.
En cárcel necia, a la raíz del duelo...
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