La paz yace tendida, mutilada,
con venda en los oídos, muda y ciega,
al filo de un decreto que la niega,
con pólvora en la sien acorralada.
La venden en discurso y alborada,
la juran sin temblar, pero la entregan;
la siembran en pancartas que navegan
sobre un país de luz encarcelada.
No es paz la que se viste de uniforme,
ni aquella que se firma entre despojos,
ni el pacto que a los pueblos desinforme.
Vendrá, tal vez, con gritos y cerrojos,
desnuda, con la sangre por informe
a despertar verdades con sus ojos.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025.