Siempre podremos caminar,
fingir que nada pasó.
Pero en el fondo,
el corazón
ni un paso dio.
El amor
no conoce de razón,
ni tampoco de culpa,
porque él
no fue quien se enamoró,
solo quien tiró
la supuesta flecha
a los dos.
Quien no conoce la causa,
jamás creerá
la absurda explicación.