marco romero

La Anatomía de un Asalto

La Anatomía de un Asalto

 

Y uno no entiende, no hay modo de entender,

por qué cuando la pienso,

se le dibuja una sonrisa,

como si el tiempo se le acomodara en la boca.

 

Juro que esa sonrisa no estaba en los planes,

más bien la presentía como un arma cargada,

como un tren que avanza sin frenos hacia el abismo dulce.

Y yo, animal de costumbre,

me perdía en el brillo de unos ojos

que eran dos luceros o dos dagas, qué más da.

 

Pero la sonrisa, ¡ay, la sonrisa!

fantasma que se posaba en su boca

y me cercenaba las piernas, me arrancaba el habla.

No hubo defensa posible, ni trinchera.

 

Con ella, con su maldita y gloriosa sonrisa,

me robó el corazón, así,

sin anestesia, sin remordimientos,

como quien roba una flor en un jardín ajeno.

 

Y yo, estúpido y feliz,

aún le tiendo la mano

para que se lo lleve todo.

 

 

m.c.d.r