Salva Carrion

Desterrado de palacio

 

Desterrado de palacio,

surge un amorío en verso

que, por atrevido y terso,

te parte con su desprecio.

 

Un cantar del sentimiento,

buscando un leve descuido,

donde vivir lo prohibido

vale hasta el último aliento.

 

¡Ay!, que el juglar ha venido

en busca del buen amor;

por sus coplas de primor

en la corte es conocido.

 

Dentro del vergel florido,

trova a las damas de honor;

con su timbre de tenor

su arrobo es el preferido.

 

Tañe el laúd los arpegios,

con sus rimas y contagios

los amores son prodigios

que se trenzan de cortejos.

 

En el gran salón de espejos,

los romances son festejos.