La belleza existe.
No siempre se nota,
pero está.
Callada, eterna,
esperando que el alma despierte los ojos.
No es un cuerpo ni una forma,
es un instante.
Es la luz cayendo sobre un rostro que no sabe que brilla.
Es la palabra justa,
el silencio compartido,
la risa limpia de quien no finge.
La belleza no se grita,
se revela.
En la arruga que cuenta historias,
en el niño que duerme abrazado a un sueño,
en el árbol que se inclina pero no cae.
Es un gesto,
una música suave en medio del ruido,
un aroma viejo que trae un recuerdo feliz.
Es ver a alguien llorar…
y que aún así te parezca hermoso.
Porque la belleza no se mide,
se siente.
Y quien sabe verla,
lleva un espejo en el alma.
La belleza está
en lo que no se puede comprar,
ni retocar,
ni cambiar.
En lo que simplemente es.
Y quien la encuentra
jamás vuelve a mirar igual.