Última Dosis de Ilusión
William Contraponto
En el espejo roto del alba
pinté mi nombre con labial vencido.
Cada verso, una herida que se salva,
cada amor, un contrato incumplido.
Apagué cigarrillos con promesas,
tatuando en el pecho un quizás.
La vida servida en manos adversas,
brindando al silencio, una vez más.
Fui poeta de bares ya olvidados,
de los que cantan verdades torcidas.
Mi alma, un cuarto sin ecos cerrados,
mil puertas, todas ya sin salidas.
Vendí mi reloj al futuro incierto
para no explicar lo que he dejado.
Hoy camino el tiempo más desierto
con el corazón casi empeñado.
Si mentí, fue por pura ternura,
si escapé, fue del campo de guerra.
Pero hay siempre una amarga fisura
en aquello que más nos destierra.
No me esperes con flores en la mano,
recíbeme con vino del barato.
Que aún compongo un canto insano
que jamás se oyó en ningún teatro.