Un mundo sin girar,
ecos de voces sin escuchar,
miles de frases no dichas,
gritos sin sentido,
personas sin estación.
Odio sentir mi vida sin emoción,
sin rieles,
sin canción.
Me siento vacía,
cansada,
con respiraciones agitadas
en un invierno abrumador.
Agota mi vida,
achica mis ojos.
Las mariposas que antes solían amarme
ya no se posan en mí.
Ahora me lanzan lágrimas agridulces,
se alejan,
me odian,
y hablan de mí.
¿Qué está cambiando tanto aquí?
Es como si…
algo dentro de mí
hubiera dejado de existir,
y me hace vagar
sin rumbo,
por ahí.
De vez en cuando,
extraño un pasado lejano,
en el que podía vivir,
sentir,
reír,
ser feliz.
Otras veces,
extraño un pasado cercano,
una persona en especial,
esa que me hacía vivir,
tan solo porque sí.
Entregué tanto de mí,
que ahora lo grande y lo pequeño
me parecen infelices.
Sentí tanto en algún momento
que ya nada parece correcto.
Todo es ajeno
a mi mundo.