En este reflejo de luz media,
se queda esta calma gris
un limbo entre la contemplación y la tragedia
apaciguando cada desliz,
con su canto, la lluvia sosiega,
aunque a irse se niega.
Parecen sueños e inclemencias,
jugando juntos a la rayuela,
entre la belleza y su barullo,
la tormenta hace evidente el descuido,
cuasando a varios un martirio.
En intermitencias,
la luz de la mañana se cuela,
me despierta al calmo murmullo,
no, la lluvia no se ha ido…
tanta vida y tanto delirio.