el brujo de letziaga

La luz de tu cuarto.


La luz de tu cuarto 
y la llave que la tienes en tu mano...
¡Ábrete Sésamo!
que ya no puedo retirarme a tiempo...

Y en tu cama hallo
el hábito infiel de nuestro vicio,
extrañamente hermoso,
que trasciende del sumo deleite al apogeo...

A tu lado me quedo
en esta noche fugitiva olvidando,
de que esto pase como si no hubiese pasado
al sumirnos en lo anónimo...

¡Ay de mí! no me he equivocado,
que deseas apagar todo esto, con más fuego,
sin pensar en lo sucedido,
y tan llenos de un instinto mal disimulado...