EL DIARIO AJETREO
Y allí estaba el mar, el mar Mediterráneo,
al lado mismo del paseo marítimo, del corazón
de la ciudad, de las casas,
con el continuo movimiento
más o menos apacible de sus olas
haciéndose notar muy débilmente,
muy en segundo plano,
el conjunto del mar, que se podía apreciar
en todas su extensión
desde los promontorios de la ciudad costera
coronados por sus dos rancios castillos.
Mientras la vida humana corría en superficie
y por dentro de las calles, los cafés, las tiendas,
los centros de enseñanza, oficinas y teatros,
dentro del tráfico y el diario ajetreo.
Todo eso mientras el agua azul marino
ponía discretamente
una nota de color al fondo,
algo así como un ideal telón de fondo.
Gaspar Jover Polo