Sin cruz, sin canto, sin huella,
duermen bajo un techo ciego;
el barro oculta su ruego,
la historia nunca los sella.
La bruma les fue doncella,
el mar notario del duelo,
firmó cadáver sin suelo,
patria, ni geografía.
Pero hay madres cada día
que cavan el propio cielo.
JUSTO ALDÚ / Derechos reservados 2025.