jtaltuve

El Hilo Carmesí de Tu Deseo

 

Mis días, ¿no ves?, se rinden a tu noche,
un susurro impúdico en la penumbra.
En tus ojos, el fuego de mi derroche,
mi antojo se desnuda, ya no se asombra
del vértigo que tu roce me robó.
¡Qué risa, esta que quiebra mi cordura!
Quizás la dicha en tus rizos anidó,
dulce condena, exquisita locura.
Siento tu cerca, y la palabra muere,
se ahoga en la garganta, inútil, cobarde.
¿Cómo nombrar la sed que nos hiere,
si la verdad es un fuego que arde?

 


Y así, en el silencio de cada beso lento,
tu alma escudriñaré, sin prisa, devorando cada aliento.
Hasta que tu esencia, en un gemido lánguido,
se rinda a este amor, voraz e insaciable, casi un acento
de placer. Como lluvia tibia, tus besos en mi piel,
dibujan senderos que mis dedos quieren seguir.
Mis manos, en las tuyas, un tacto infiel,
un pacto sin palabras, que nos hace sucumbir.
Por la silueta ardiente de tu espalda,
deslizaré mi amor, lenta provocación.
Qué irónico es, amar con tal templanza,
cuando el deseo aúlla en cada pulsación.

 


Hasta sentir que en ti me desdibujo, sin freno,
que somos uno, en el cuerpo que se entrega.
En el beso que enciende el diluvio ameno,
donde la pasión es caricia y hoguera.
Y es en esta rendición, este entregarse a ciegas,
donde la vida misma se detiene, se dilata un instante.
Para luego renacer, en tiernas refriegas,
en el eco sacrílego de este amor fascinante.
Así te ofrezco el alma, sin pudor, sin disfraz,
en cada verso que mi ser te desea y te implora.
Qué extraño es que la paz se encuentre en la voraz
pasión que devora y, a la vez, nos enamora.

 

JTA.