Dai Rodriguez

Mire de lejos

La miré.

Esta vez estaba lejos de mí,

ya no tan cerca como antes.

¿Será acaso que ya estás lejos

de seguir siendo una molestia?

 

No me doliste.

No como antes.

Ya no siento ese nudo en el pecho

cuando sé que aún anhelas

algo que ahora es mío…

 

“Algo”—pensé—

pero me corrijo de inmediato:

él no es algo,

es alguien.

Alguien que, a pesar de todo,

elige quedarse.

 

Alguien que me ve,

y me quiere cuidar,

y me sostiene cuando mis dudas me pesan.

 

Y tú…

tú estás lejos.

No con odio,

no con desprecio.

Simplemente, lejos.

En ese lugar donde ya no me alcanza tu sombra.

 

Y yo…

yo estoy aprendiendo a mirar sin miedo,

a reconocer lo que tengo,

y a no temer perderlo