Por una divina ingrata
mi corazón se desboca,
soñando besar su boca
de color rojo escarlata.
Con sus arqueos de gata,
del amor; su fuego invoca;
y mi vida la trastoca
la lujuria que desata.
Mil delirios me provoca
con su silueta tan grata;
cuyo esplendor siempre evoca,
de Venus, su gracia innata;
¡y me vuelve el alma loca
con su mirada que mata!
Autor: Aníbal Rodríguez.