NO GOLPEES AL MURCIÉLAGO
No hace nido en tu tejado,
ni destruye la cosecha,
no te ladra en la vereda,
ni se mete en tu despensa.
No te espía por la noche,
ni murmura a tus espaldas,
vuela libre, silencioso,
como sombra que no daña.
No te pide pan ni abrigo,
no derrama ni una queja,
no hace trampa ni alboroto,
no hace daño... y tú lo alejas.
¿Por qué entonces el desprecio,
la violencia o la piedra?
¿Sólo porque no lo entiendes
y su vuelo te inquieta?
No lo mates, por favor,
pues él cumple su tarea:
come insectos por millares
que nos llenan de tristeza,
poliniza con sus alas
cuando nadie lo contempla,
lleva vida en su pequeño
cuerpo negro que despega.
Tiene un rol en la cadena,
es un eslabón que sujeta
el equilibrio invisible
de esta Tierra que nos presta.
Y si cae... todo se cae:
la cosecha, la cosecha...
¡Dale un árbol, una cueva!
¡Un rincón que lo proteja!
Haz de tu miedo conciencia,
de tu ignorancia, respuesta.
No lo golpees, no lo mates,
abre el alma y la conciencia,
que el murciélago en la noche
lleva luz en su presencia.
Roberto D. Yoro