No lo pido ni busco,
a veces me poseo;
una cifra en el pulso,
otra danza en el deseo.
Cada letra cae fija,
como eco hechicero,
en la estrofa se desliza
armonía de un aguacero.
No lo mido, lo siento,
un compás me va guiando,
hilos de oro al viento,
sobre el mundo caminando.
Silencios hacen voces,
ritmos son respiración,
ya no escribo ni toco,
soy verso, soy canción.
Mapa en cada sílaba,
código en lo escrito,
aunque nadie lo vea,
yo escucho lo infinito.
Música del mundo,
bajo cielo y estrofa,
sangre de lo profundo,
corazón que se transforma.
Quien mira sin sentir
cree letra suelta,
hay que morir y abrir,
para ver lo que despierta.
Poema no es dibujo,
ni estructura, ni razón,
es alma que da empuje
al temblor del corazón.
Si acaso tú lo entiendes,
sabes lo que aquí vibra,
cuando el arte sorprende,
todo cobra nueva vida.