Con todo mi corazón te alabo, Señor,
no con palabras huecas, sino con fervor.
Mi alma sincera, mi espíritu encendido,
te canta agradecida por lo que has sido.
Tu Palabra es faro en la noche oscura,
promesa fiel, firme y segura.
La creo, la sigo, la guardo en mi ser,
pues todo lo que dices, lo haces valer.
No busco aplausos ni vanagloria,
mi meta es escribir en tu libro mi historia.
Ser humilde en cada paso que doy,
agradarte a Ti, mi buen Dios, es quien soy.
Y cuando la angustia me vuelva a tocar,
recordaré cómo solías actuar.
Tantas veces caí... pero Tú me alzaste,
en medio del fuego, Tú me abrazaste.
Tú no dejas a medio construir,
lo que Tú empiezas, lo has de cumplir.
Aunque mis ojos no puedan ver,
mi fe me sostiene: ¡Tú vas a hacer!