COSAS QUE PASAN…
Que frialdad.
Qué monotonía.
Qué vacíos tan tristes.
Un abandono no deseado.
Una vida cansada de vivir.
Un ataúd esperando un cuerpo.
Un perro sin dueño.
Una casa vacía.
Un sentimiento olvidado por un amor.
Una alegría triste.
Una fiesta que termina en duelo.
Un viernes aburrido viendo tele.
Un radio que da malas noticias.
Una madre orando por un hijo.
Unos niños y niñas muriendo de cáncer.
Un padre que abandona su hogar.
Un hijo perdido en drogas.
Una mañana sin sol.
Un niño llorando de hambre.
Una canción de amor que nadie escucha.
Un enfermo abandonado.
Una cama vacía.
Un hospital sin enfermos.
Una carretera que no tiene fin.
Un poema sin terminar.
Una lluvia que amenaza tormenta.
Una mujer con familia y termina viviendo sola.
Una persona que ama y no es amada.
Una vida vacía de afectos.
Una escuela sin alumnos.
Una madre olvidada en una casa de asistencia.
Un esposo en una tumba olvidado
Una mujer golpeada y humillada por su pareja.
Un tornado que destruye todo a su paso.
Un robo a mano armada.
Un país con un gobierno abusivo.
Una mujer abusada por su esposo.
Una guerra que no beneficia a nadie y solo deja olor a muerte.
Una sociedad que golpea y castiga por no traer ropa de marca.
Un gobierno de corrupción en todas partes.
Unos hospitales sin medicamentos para el cáncer
Una promesa no cumplida.
Unos niños en todo el mundo que tienen hambre.
Un mundo que vivirá un apocalipsis y la gente no lo cree.
Una amenaza de otra pandemia con COVID.
Un vivir por vivir sin pensar en el futuro que nos espera.
Un encomendar a Dios nuestra vida porque todo está por cumplirse.
Alicia Pérez Hernández… México
No es la pluma la que escribe, es el alma
Todos los derechos reservados©
Esta casa de espesas paredes coloniales
y un patio de azaleas muy decimonónico
hace varios siglos que se viene abajo.
Como si nada las personas van y vienen
por las habitaciones en ruina,
hacen el amor, bailan, escriben cartas.
A menudo silban balas o es tal vez el viento
que silba a través del techo desfondado.
En esta casa los vivos duermen con los muertos,
imitan sus costumbres, repiten sus gestos
y cuando cantan, cantan sus fracasos.
Todo es ruina en esta casa,
están en ruina el abrazo y la música,
el destino, cada mañana, la risa son ruina;
las lágrimas, el silencio, los sueños.
Las ventanas muestran paisajes destruidos,
carne y ceniza se confunden en las caras,
en las bocas las palabras se revuelven con miedo.
En esta casa todos estamos enterrados vivos.
LA PATRIA DE María Mercedes Carranza