¡Gracias, Señor!
¡Gracias, ... Gracias, Señor!
Por darme lo que un día,
sucedió mientras dormía
con esmero y con valor.
¡Gracias, por darme fortaleza
y también este gran don,
de tener un corazón
disponible a tu grandeza!
Por ser mi guarda constante
y dotarme con anhelos,
revelando que en los cielos
el amor marcha delante.
¡Gracias, Padre, Gran Maestro,
mi escudo protector,
mi razón, llena de amor,
elevándose en lo diestro!
Por darme salud, cosas buenas,
conduciéndome en concordia;
por tu gran Misericordia,
haces caer las cadenas.
¡Gracias, Señor, gracias digo,
por revelarme la faz,
en donde vibra cual paz,
viajando siempre conmigo!
En tu reflejo descanso,
sin temor ni desatino;
haces claro mi camino
y mi corazón es manso.
Cuando el dolor me amenaza,
tu voz me cubre el oído;
del abismo, redimido,
mi alma firme se abraza.
Samuel Dixon