Gustavo Echegaray

LAS MENTIRAS

Hay mentiras que se dicen

como quien quiere besarte.

No hablan, muerden.

No suenan, raspan.

Se te clavan en el pecho

como clavos oxidados

y te dejan pensando

si, tal vez, era tu culpa.

 

Hay mentiras que se lanzan

como dardos puntiagudos.

No para herirte,

sino para que sangres.

Y lo hacen con estilo,

con veneno refinado,

con precisión de cirujano.

Casi quedas convencido

de que te lo merecías.

 

Hay mentiras que dibujan

cielos de celeste pleno.

Te hacen creer

que todo va a estar bien.

Te dicen palabras dulces

mientras te quitan el suelo,

y tú te caes sonriendo,

como un imbécil feliz.

 

Y hay otras,

las más peligrosas,

las que parecen verdades.

Llegan sin ruido,

traen pruebas,

te miran a los ojos

y se quedan a tu lado

como si fueran tuyas.

Esas son las que duelen.