En el viejo sendero que lleva
de mi casa a su tibio portal;
¡Yo viví la magnífica gloria
de un sueño sin par!
Esa senda que juntos cruzamos
alfombrada de flores está;
porque robles, laureles y cedros
su sombra le dan.
Una vez contemplamos dichosos
su regia beldad;
disfrutando el aroma sublime
del blanco azahar.
Pero todo termina en la vida
y ensueño se va;
como vuela silente del nido
la dulce torcaz.
Autor: Aníbal Rodríguez.