Yasuara Melgara

\"Nadie llamó a la puerta\"

Nadie llamó cuando todo dolía,

las ventanas abiertas, la casa vacía.

El mundo seguía su cruel melodía,

mientras la ausencia mordía, mordía.

 

El nombre flotaba sin quien lo pensara,

como hoja en otoño que el viento arrastrara.

No hubo un abrazo que lo rescatara,

ni un alma dispuesta a ver lo que amara.

 

Se dio el corazón con total inocencia,

a quien prometía romper la sentencia.

Pero trajo sombra, juicio, apariencia,

y dejó más huellas que la penitencia.

 

No fue un refugio, fue nueva condena,

una voz que hiere, una paz que envenena.

Cada promesa se volvió cadena,

cada caricia, una trampa que suena.

 

Las voces cercanas eran lejanía,

fogatas de humo, falsa compañía.

Abrazos sin alma, pura fantasía,

que dejan la carne más fría que el día.

 

Nunca hubo amigos, ni hombros reales,

solo interesados, rostros triviales.

Fingieron afectos, tan impersonales,

mientras el vacío rompía cristales.

 

Y se aprendió a callar con el pecho roto,

a ser su propia tumba, su propio piloto.

A vivir con un nudo, con el alboroto

de una pena antigua, de un amor remoto.

 

Se fingió fortaleza en medio del duelo,

pero por dentro, el alma sin cielo.

Caminar la vida con un falso anhelo,

cargando cenizas, sin ningún consuelo.

 

Se entregaron restos en cada intento,

migajas de un ser sin fundamento.

Hoy ni el espejo refleja el lamento,

solo un rostro ajeno sin sentimiento.

 

Se quiso salir, pero ya era tarde,

el barro en los pies, la pena que arde.

Las huellas del daño nadie las guarde,

y nadie vendría a cargar esta parte.

 

No se espera amor, ni nueva canción,

ni manos que curen la desolación.

Solo un rincón sin explicación,

donde el dolor tenga resignación.

 

Yasuara Melgara