Aprendí a estar del otro lado de la felicidad,
desde el extremo mismo de la soledad…
en donde habitan solo remembranzas,
en un encierro impenetrable…
que me ha enseñado a conciliar con la resignación,
en donde parece ser…que ya no haces falta tú.
Experimenté una larga travesía de silencios…
combinada con destellos de suaves murmullos…
que simulaban tus pasos regresar.
Escuche mil veces tu voz…
llamándome desde tu apartada quietud,
y me inquietaba,
parecía que enloquecía…
porque estaba convencido que ibas a volver.
Cientos de noches te esperaba…
mirando el estrellado cielo…
envuelto en su túnica gris.
Desde mi portal…
fijaba mis ojos en la inmensidad de la oscuridad…
y decretaba un solo milagro,
estaba seguro que iba a suceder…y no pudo ser.
No sé si deba darme por vencido de una buena vez,
no debería seguirle haciendo caso al corazón…
cuando la perfidia de tu desamor…terminó teniendo la razón.
Lo más justo sería darte olvido…
y abandonar todo lo que he sufrido,
debería destruir tu recuerdo…
e intentar emprender de nuevo…
en alguna otra mirada…
que me contemplare con pasión.
¡Debería!…
pero probablemente…
expiraría antes de empezar.