En la sombra profunda donde el alma llora,
cuando el dolor pesa y la esperanza demora,
tu gracia, Señor, nos envuelve con ternura,
eres luz viva, refugio y dulzura.
Padre amoroso, nunca nos abandonas,
en tus brazos fuertes nuestras penas coronas.
Con tu paz infinita, sanas cada herida,
transformas el miedo en vida bendecida.
Edgar Alejandro, tesoro de tu amor,
y Patricia, luz que irradia calor,
en tus manos santas hoy los entregamos,
con fe y confianza, en ti confiamos.
Conoces cada lágrima, cada suspiro callado,
eres médico divino, consuelo sagrado.
Sostén sus cuerpos, fortalece su ser,
haz que en tu gracia puedan renacer.
Tu presencia es faro en la noche oscura,
tu amor, la fuerza que nos cura.
En la tormenta, tu voz es canción,
que llena de paz nuestro corazón.
Bendito seas, Dios de la vida eterna,
en ti hallamos esperanza tierna.
Gracias por Edgar, por Patricia, por amor,
por cada latido, por tu fiel favor.
Que tu luz brille siempre en su camino,
y que en tu abrazo hallen destino divino.
Con humildad y amor hoy te alabamos,
y en tu nombre, Señor, siempre confiamos.
Amén.