Mírame así,
como si supieras lo que soy cuando la noche cae,
como si entendieras el lenguaje de mi piel
cuando pide sin palabras,
cuando gime sin permiso.
Ven y reclámame,
hazme tuya con esa mirada
que rompe mis defensas,
que no necesita órdenes ni promesas,
solo deseo.
No soy débil,
pero contigo me vuelvo llama dispuesta a arder.
No soy sumisa,
pero tu voz me desnuda como si fuera
una confesión al borde del abismo.
Tómame sin culpa,
como si este cuerpo fuera territorio tuyo,
como si tu lengua dictara
el destino de mis suspiros.
Esta no es rendición,
es una revolución entre sábanas.
Es poder disfrazado de entrega.
Es deseo que no se calla
ni se niega.