Resbalé por el marco de un espejo
agrietado, sucio, ciego y malherido
masticando el frenesí de las tinieblas
y al travieso compás de un cielo viejo
vi a la lluvia soñar con vidas muertas
durmiendo de costado, por no verlas
Apreté el paso de las horas, no es cuestión
de llegar tarde al funeral ajeno
las verdes plumas de los pinos piñoneros
teñían la voz de un viento sin padre
y bajo el triste manto del otoño amable
descifré por fin aquel cantar pionero
Palpando la soledad con las orejas
aún pienso que arropado por mis quejas
la flor blanca Soledad he confundido
con el amor de soñarme forajido
pues por cada cráneo con nombre que ha vivido
diez mil cráneos anónimos han muerto