En el corral de la mentira,
miran ciegos con reverencia,
mudos, cojos, sin conciencia,
bailan la danza de la hipocresía.
Amistades que son sombra,
falsas luces en la noche,
se visten con falso derroche,
y venden humo a la penumbra.
Sumisos en la cadena,
domados sin voz ni alma,
se arrastran sin calma,
servidumbre sin condena.
Tuertos que no ven el daño,
sordos al grito interior,
se pierden en falso amor,
y en el polvo de engaño.
Bestias sin rostro ni ley,
que callan y que se esconden,
en sus tronos se hunden,
mientras el mundo se ve.
Pero el día se levanta,
y el corral se desploma,
la verdad rompe la coma,
y la mentira se espanta.