Beatriz Teresa Bustos

Auroras (de mis hijos)

Mi voz,

      orillando el manantial

          de la garganta,

              intenta encender los ojos,

mientras el reloj,

                   sin descanso,

         hace sentir sobre la piel su paso.

Se rompe el silencio que habita en los labios

y una señal sonora desciende hasta los hijos,

                                     derribando vallas

hasta rescatarlos de su sueño.

 

Una procesión de pasos

hacen revivir la casa

                          y el umbral del día,

abre de par en par su pecho.

entonces ellos, se alejan de mis manos hacia otras manos,

que habrán de moldearlos…

 

Y yo me quedo,

restaurando rincones desolados,

acomodando instantes,

invadida por el aroma del silencio,

con sus nombres rondando en la memoria.

Sé que regresarán por un andarivel luminoso,

pateando piedritas y desaliñados,

sembrado de mariposas y números sus cuadernos

y su mente será un mar de abecedario.

Cómo decirles que hay una realidad,

cuando tienen a flor de piel su albedrío

                          y el mundo, es tan “de ellos”,

                         que ninguna de mis profecías

                         podrá desalentar.