Mi voz no grita.
Mi voz no ruge.
Mi voz se esconde detrás de cada línea
como si el silencio fuera más fuerte que el grito.
No hablo de mí,
pero mis poemas saben mis secretos.
No lloro en público,
pero cada estrofa moja el papel como si fuera lluvia.
Fui alma rota,
y en vez de hundirme… escribí.
Fui sombra en pasillos vacíos,
pero mis letras encendieron velas donde nadie miraba.
Mi voz no tiene forma de espada,
ni de canto alto, ni de victoria.
Mi voz tiene forma de verso:
frágil, sutil, honesta.
Y aunque el mundo no escuche,
yo sigo escribiendo.
Porque tal vez…
la única manera de existir,
es dejando pedacitos del alma,
en cada renglón.