No permito al destino
que me tome por primo.
No cobijo a la sombra
de su árbol mi honra.
No le firmo contratos
vitalicios ni a ratos.
No le doy mi palabra,
se me cierre o se abra.
No le doy mi permiso
para hacerme sumiso.
No le miento ni engaño
ni lo añoro ni extraño.
No lo tengo de amigo
ni tampoco le obligo.
No le cuento mis penas
ni lo invito a mis cenas.
No lo niego ni afirmo:
que se juzgue a sí mismo.